Poco importa si el medio es cine, teatro o televisión, Diana Bracho siempre ha circulado con el pie derecho guiada por una voz interior, ha filmado con un puñado de directores espléndidos, ha participado en más de una veintena de cintas memorables e interpretado a un número no despreciable de personajes complejos hasta consolidar una carrera irrefutable como primera actriz. ¿Intuición?, ¿formación académica? o ¿linaje?
-¿Cómo transcurrió tu infancia rodeada de tantos talentos?
“La familia de uno es la familia. Tu papá no es el director de cine famoso, sino tu papá, tu tía Andrea es tu tía Andrea, no es la diva, entonces eso es padre porque realmente creces con una cercanía humana con estas gentes tan importantes y tan interesantes. Eso te da en la vida una cierta soltura para entender de qué se trata la fama y el éxito y ver que en realidad es algo muy efímero.
“No, me tardé muchos años, hasta ahora que publicaron un libro, Los Bracho: tres generaciones de cine mexicano, me está cayendo el veinte de que vengo de un linaje muy bonito, porque son personas a las que admiro profundamente como seres humanos primero y como profesionales.
Su infancia transcurrió entre artistas de toda índole. A su hogar eran asiduos lo mismo Octavio Paz, Elena Garro, Salvador Novo que Xavier Villaurrutia o Neftalí Beltrán, entonces Diana –que todavía no pensaba en convertirse en actriz– deseaba ser una niña como todas. “yo envidiaba que la mamá andaba de tubos y hacia su sopa de fideo y el papá veía en la tarde el futbol en camiseta y tomaba cerveza y a mi me parecía guau; mientras yo en mi casa estaba ahí con Octavio Paz. Cuando uno es niño las cosas las ve de otra manera y aspiras a ser igual a todos tus amiguitos, ahora digo: gracias a la vida que me quedé con mi papá porque realmente me dio – sus ojos se llenan de nostalgia- ¿qué te puedo decir?”.
- ¿Qué aprendiste de tu padre?
“El amor por el trabajo, la disciplina dentro de todo este desastre doméstico, era un hombre sumamente disciplinado, ordenado con su trabajo intelectual, generoso a morir, una persona sin prejuicios. Un actor tiene que ser muy sensible a todos los seres humanos, a todas las experiencia humanas vengan de donde vengan, entonces cuando tienes esa apertura no caes en los estereotipos, te adentras más en la naturaleza humana con un gran respeto y todo eso me lo dio mi papá”. De su madre la bailarina confiesa entre risas haber heredado el amor por el baile y la vitalidad, “mi madre nunca creció hasta ahorita sigue siendo una niña como de tres años”.
-¿Y de tu tía Andrea Palma?
“Mi hija se llama Andrea, con eso digo todo. Mi tía era un ser extraordinario, una mujer brillante, única e irrepetible, una mujer precursora”.
Entre sus recuerdos emerge la tía que no usaba sostén, que llevó pantalones y condujo su propio automóvil antes que nadie. Fumadora, ocurrente, malhablada y devastadora cuando las figuras del cine eran mucho más recatadas. La tía que antes de cambiar el Guadalupe Bracho Pérez-Gavilán por el Andrea Palma, logró impresionar con sus maravillosos sombreros a Marlene Dietrich en una reunión concertada por su primo Ramón Novarro. “Me acuerdo de ella siendo niña cosiendo cosas de su vestuario, que si el sombrero, que si le ponía la plumita porque la diseñadora no tenía estilo”. A
El tema quedó zanjado hasta que una necesidad de expresión muy profunda que no se cumplía con la escritura emergió. “Platicando de esto con un amigo neoyorquino llamado Steve Silver me dijo: ‘Act, act, act you’re an actress’ y entonces me metí a estudiar con José Luis Ibáñez. Y ya desde la primera clase con fue como descubrí al verdadero amor en la esquina, que no me lo esperaba”. A pesar de ir contra sus principios, Ibáñez la recomendó con el director Arturo Ripstein para El castillo de la pureza, película con la que debutó a los 27 años al lado de Claudio Brooks, Rita Macedo, Alex Phillips y Fontanals, amigos todos de su padre. Con esta cinta se hizo acreedora a los primeros premios en su carrera el Ariel por Mejor Coactuación Femenina (1972),
-¿Cuáles consideras las cintas más importantes de tu carrera?
No sé, en realidad es muy chistoso porque esta cosa tan irónica de la proyección hacia fuera y la proyección hacia adentro que tiene que ver con el éxito ¿que es el éxito? Pues digamos que una película que curiosamente me ha dado una proyección enorme es Y tu mamá también, donde tengo dos escenas mínimas ¡y esa película la han visto en todo el mundo!. Me hablan mis amigos de Inglaterra y Alemania, ‘Oye fuimos a ver una película y te vimos’. Si hablas de éxito entre comillas, esa película es la que más se ha visto, pero no es mi éxito profesional más importante. A lo que voy es que para mí en realidad el éxito o el amor que tengo por los proyectos tiene más que ver con la intimidad que con lo que sucede afuera”.
Y es que lo largo de su carrera ha filmado más de una treintena de películas entre las que considera memorables las realizadas con Ripstein, así como Actas de Marusia, donde entabló una relación entrañable con el actor Gian Maria Volonté; Entre Pancho Villa y una mujer desnuda, su primer comedia; y Cuba Libre (Dreaming of Julia) donde comparte créditos con Harvey Keithel.
En teatro y televisión la actriz mantendrá un romance con un puñado de personajes y proyectos como Israfel de Abelardo Rodríguez, su debut teatral al lado de Sergio Bustamante;